20 de agosto de 2012

GALLETAS "DAISY" DECORADAS

Para variar, hoy os propongo una receta de galletas. Son de elaboración sencilla, lo que requiere más precisión es la decoración, pero con un poco de imaginación, buen pulso y práctica, no resulta tan complicado como puede parecer.

¿Empezamos?

INGREDIENTES: (para aprox. 45 unidades) 

150 gr  de harina
250 gr de mantequilla (sin sal) pomada
125 gr de azúcar glas
10 cucharadas soperas de leche entera (del set de cucharas, la número 4) 
1 cucharadita de aroma de vainilla - opcional - (del set de cucharas, la número 2)

Mezclaremos la harina y el azúcar (previamente tamizados) con la mantequilla pomada (la derrito en el microondas) y la leche. Yo he añadido un poco de aroma de vainilla para darle un ligero toque avainillado. Lo mezclaremos todo con una espátula y una vez todos los ingredientes están integrados, trabajaremos un poco la masa con las manos. Lo dejaremos en el frigorífico durante 30 minutos.

Pasados 30 minutos cortaremos las galletas en la forma que queramos (dependiendo del cortador que tengamos). Esta vez he optado por uno en forma de margarita (o huevo frito, como dijo mi sobrino).

El proceso de cortar las galletas puede ser un poco engorroso. Cuando saquéis la masa de la nevera, estará ligeramente dura, eso es buena señal. Esa dureza nos ayudará a poder cortar las galletas y manipularlas sin demasiados problemas. 

Vamos a necesitar un rodillo, papel de horno y un cortador de galletas. Procederemos a extender un poco de masa con el rodillo encima del papel de horno (utilizo papel de horno para evitar que se peguen en la superficie donde las trabajamos y porqué me ayuda a manipularlas; aunque quizás no sea un método muy ortodoxo). A continuación llegamos al momento de pánico: ¿qué grosor deben tener las galletas? Pues bien, no deben ser demasiado gruesas o quedaran crudas ni demasiado finas o quedaran duras. El grosor aproximado sería de medio centímetro. Hay unos rodillos regulables fantásticos (aún no lo tengo pero está en mi lista de "gadgets" imprescindibles) con los que puedes regular el grosor, y así te ahorras tener que ir vigilando cada vez que pasas el rodillo además de que consigues que todas las galletas tengan el mismo  grosor.

Cortaremos las galletas y las colocaremos en la bandeja del horno, encima del papel de horno para evitar que se peguen. Las meteremos en el horno, precalentado a 180 grados durante 9-11 minutos. Hay que vigilar muy bien que no se cuezan demasiado, un minuto es suficiente para que queden como piedras.

Una vez estén hechas, las sacaremos del horno y dejando en una rejilla hasta que enfríen. Una vez frías procederemos a decorarlas con glasa real coloreada.

INGREDIENTES: 

250 gr de azúcar glas
1 clara de huevo
unas gotas de zumo de limón

Tamizaremos el azúcar glas y añadiremos la clara de huevo y las gotas de limón. Batiremos con las varillas durante 5 minutos.


Separaremos la glasa en dos recipientes (1/3 en uno y los 2/3 restantes en otro).  Añadiremos un poco más de azúcar glas al recipiente que contiene 2/3 de la glasa con el objetivo de que sea más espeso, ya que lo utilizaremos para delimitar (dibujar) los bordes de las galletas y el centro y tiene que tener una textura más espesa para que seque antes. Se puede utilizar una manga pastelera pero yo utilizo unos recipientes de plástico que ya llevan la boquilla incorporada porque me parecen menos engorrosos y más fáciles de usar.


Una vez hemos delimitado el dibujo, añadiremos colorante amarillo al recipiente que contiene 1/3 de glasa y lo pondremos en una manga pastelera o como en mi caso en el recipiente de plástico que lleva la boquilla incroporada y rellenaremos el círculo central. He utilizado colorante en pasta de la marca Wilton (Icing colors) y además he añadido azúcar amarillo encima (Scrap Cooking).


Una vez tenemos la parte amarilla decorada, decoraremos el resto. Añadiremos un poco de agua a la glasa blanca que hemos utilizado para delimitar para que sea más líquida y cubra mejor la zona de los pétalos (tardará un poco más en secar). 


Tened cuidado cuando las paséis al plato o bandeja, la glasa tiene que haber endurecido totalmente.


¡Buen provecho!













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